sábado, 31 de marzo de 2012

Control Musical.

La música, oh gran compañera.
La música es ese fenómeno armonioso que nos acompaña desde el momento en el que llegamos a la vida. No pensemos en la música como bandas sonoras, conciertos de rock o lo que nos sirven en las discotecas. La risa o el llanto de nuestros padres al vernos aparecer son música. Los aplausos en nuestro primer cumpleaños es música. Haciendo un guiño a mi pasado, recuerdo que aquel sonido infernal de los coches de carreras que mi padre me llevó a ver teniendo yo apenas 6 años; aquello, también era música.

La música nos produce emociones que nosotros ni si quiera podemos comprender. Nos excita, nos exalta, nos hace levantarnos del sofá, o al contrario, caernos en él. La música es un gran arma, y su manejo como tal, un gran poder. Pero, como todo gran poder, conlleva una gran responsabilidad.

Las empresas de marketing y publicidad lo saben, y lo usan. El anuncio del detergente que más nos gusta tiene una música determinada. Una música que nos recuerda a la frescura, al tacto e incluso al aroma de las prendas lavadas con ese detergente.  Lo mismo ocurre con los anuncios de ropa deportiva o los de un determinado aperitivo.
¿Quién no ha cantado alguna vez?: "Yo soy aquél negrito, del África tropical"

La música, como bien dije antes, nos acompaña desde el momento en que nacemos. Con el paso del tiempo y de las experiencias me he dado cuenta de un hecho que siempre se repite.
A cada situación determinada podemos aplicarle una banda sonora.
Me explico:

Es el día de entrega de notas y tú, que por culpa del profesor de filosofía ( no porque tú hayas vageado durante el trimestre) llevas un 4 en esa asignatura, ves por la ventana a tu padre llegar de trabajar y acercarse a la puerta de tu casa.

Sin previo aviso, en tu cerebro se empieza a entonar la banda sonora de esa gran película titulada  " Star Wars", y es que sabes que ante la tormenta solar que se avecina, el símil más apropiado para tu padre es el del mítico Darth Vader.

Parece una tontería, pero ante cada situación podemos encontrar una melodía que la describa perfectamente.

Como predicaba antes, los anunciantes saben este poder de convicción que tiene la música y en muchas ocasiones abusan de él.

Apuesto lo que quieras, a que nunca has escuchado Tecno Pop o a Brithney Spears en la sección de caballeros de "El Corte Inglés". Además, también me juego el tipo a que cuando entras en "Stradivarius" o en H&M no suena Frank Sinatra.

Como declaraba Judith Lorenzo, del departamento de comunicación:
"Ponemos música que incite a la compra, no de cuando vas al dentista. Nuestro público son chicas de 18 a 25 años. Y suenan canciones marchosas a volumen alto. Así la clienta se siente a gusto"

De esta manera, queda latente que las grandes empresas aprovechan ese poder de manipulación que encierra la música para manejarnos a su antojo.

La frase "La música amansa a las fieras" no está hecha sobre conjeturas infundadas.
Estudios científicos han constatado que esa afirmación es cierta; y yo ( que no soy un científico empedernido) también he hecho experimentos que lo constatan.

En mi casa tenemos una explotación lechera. Pues bien, abusando un poco del método inductivista, me armé con un radiocassete arcáico y lo colgué en el establo de las vacas con Radio Clásica sintonizada.

Mi misión era la de constatar o refutar esa afirmación con la acumulación de experiencias positivas.
No conseguí ninguno de los dos propósitos, pero sí que hice algunas observaciones que pueden dar pistas de lo que acabé pensando.

Los animales, se mostraban un poco menos bruscos que de costumbre. Bien es cierto que al principio y con el estruendo del aparato no tenían demasiadas ganas de entrar en sus cubículos, pero con el paso del tiempo su comportamiento mejoró.

Además, y ésto ya es un poco subjetivo, el sabor de la leche que produjeron durante aquellas dos semanas superaba el de la anterior. Por tanto, y con 11 años de edad, para mí ese estudio fue todo un éxito.

En fin, experimentos propios de "QuimiCefa"

Volviendo a nuestro tema, si es cierto que la música modifica el carácter de los animales, ¿qué no hará con el de las personas?

Y aún me pregunto mas cosas:

¿Quíen tiene la potestad de manejar ese poder?

¿Es moralmente correcto utilizar un arma de ese calibre para dominar el estado anímico de los demás?

¿Estámos realmente supeditados a lo que los vendedores y publicistas nos pretenden inducir?

Muchas preguntas, yo aún no conozco la respuesta.









2 comentarios:

  1. Bien Lucas, poco centrado en el tema propuesto , pero personal y entretendo. Todo está controlado, también los colores que predominan en el McDonald´s o el orden de las estanterías del Corte inglés.

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    1. Tienes razón, se va un poco de lo propuesto pero me pareció un tema muy interesante, el ver como algo tan sencillo y cotidiano como la música influye en nuestro ser.

      También ocurre lo mismo, como tu bien dices, con los colores.

      Lo que yo pretendía era que el lector llevara estas mismas experiencias al campo de la ciencia.

      Es decir,que se plantee la siguiente pregunta retórica al aire.

      ¿También la ciencia, con sus saberes universales, sus leyes absolutas y sus cerebros intelectuales, nos maneja a su antojo?
      ¿Podemos permitirlo?

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