martes, 29 de mayo de 2012

Huelga minera. ¿Justa y necesaria?

Hoy mismo hemos sido testigos de las barricadas hechas con motivo de una nueva jornada de huelga de la minería convocada para este martes, 29 de mayo, que han provocado largas retenciones en el centro de Asturias, desde aproximadamente las 8.30 de la mañana, especialmente en los accesos de a la 'Y' a la altura de El Monticu, donde ha tenido lugar uno de los cortes.

Los trabajadores de las cuencas mineras del carbón de España están convocados a paros este miércoles y el jueves, así como los próximos 30 y 31 de mayo, para protestar por una reducción presupuestaria que los sindicatos cifran en un 64 % y que creen que llevará a esta industria a su cierre.

Los representantes de los trabajadores temen las consecuencias que tendrá el ajuste presupuestario en las plantillas de las empresas del sector, al igual que el presidente de la patronal minera Carbunión, Victorino Alonso, quien advirtió de que se podrían perder 30.000 puestos de trabajo si esta industria no cuenta con las ayudas públicas necesarias para su mantenimiento.
Con esta noticia corta, el periódico digital "Heraldo.es" nos pone al corriente de los sucesos e informaciones relativas a ese paro del sector minero.

Bien.

Si vuelvo a leer la noticia, podría señalar varios puntos que me llaman la atención. El que más salta a la vista (obviando la convocatoria de la huelga) es ese "64%" de reducción presupuestaria que preveen los sindicatos y que, según ellos, llevará a esta industria a su cierre.

Me llama muchísimo la atención que por fin se hayan puesto de acuerdo para cerrar de una vez por todas ese grifo de presupuestos estatales que lleva dando de beber a la minería, las cuencas, las pre-jubilaciones, las infraestructuras faraónicas como el Campus de Mieres (hoy día desierto)..., que más que saciar una sed necesaria, lo que ha conseguido durante todos estos años es emborrachar a los integrantes de este colectivo.

Un poco de historia.

Las subvenciones ayudan al desarrollo de las actividades económicas. Ayudan a la sustentación de ciertos negocios o artes tradicionales que de otra forma se perderían. Las subvenciones fomentan la creación de negocios y empresas que aportan riqueza a corto y medio plazo a un país.
Como diría un joven de 19 años de la época de los 90, las subvenciones son "Tope Guay".

Pues bien, ahí está el problema. Aquél joven de 19 años, criado en las cuencas, y perteneciente a una estirpe minera dijo:

"Jo, tío. Esto de la minería cada vez tiene más futuro. Con las subvenciones llegaremos muy lejos, y el carbón asturiano que lleva sustentando a esta región desde el siglo XIX, será mi pan para hoy y el de mis hijos para el mañana"

Pero hay amigo. Resulta que allá por el año 2000, entramos en una gran familia que se llama Unión Europea, y se conoce que el tratar de tú a tú con países tan potentes como Francia, Alemania o Reino Unido nos abrió los ojos.
Las vagonetas y las jaulas en asturias, tenían los días contados.

Resulta ser que, en pleno año 1997, a un señor se le encendió la bombilla y se dió cuenta que traer un barco granelero desde Chile o Brasil cargado con 200.000 toneladas de Hulla le costaba 13 millones de euros, mientras que sacar la misma cantidad de carbón con la misma calidad en Asturias le suponía casi 18 millones de euros.

Si cada 200.000 toneladas, el ahorro con la importación supone 5 millones de euros y sabiendo que Asturias consume al año 11 millones de toneladas de carbón, deducimos que con el carbón importado se gastan unos 710 millones de euros de media, mientras que si el gasto se hiciera en carbón regional supondría un desembolso de 990 millones de euros.

Señores, el carbón asturiano es 280 millones de euros más caro que el de importación cada año.

Con estos datos encima de la mesa, los señores propietarios de las centrales térmicas dedujeron que la pérdida esos 280 millones de euros cada año más otros tantos en subvenciones, pre-jubilaciones e infraestructuras para las cuencas, era algo asumible y muy necesaria para la supervivencia del modo de vida en la "Asturias profunda".Además, nuestra economía crecía a pasos de gigante...


Entramos en el siglo XXI, y como no, en España todos éramos los reyes del mambo. Construcción ilimitada, recursos inagotables, venta infinita, posibilidades para todos; lo que en términos coloquiales se conoce como la burbuja inmobiliaria.

"Spanish Way Of  Life"
Nuestra economía, era indestructible. Las cuencas gozaban de una segunda juventud que devolvió a los valles a las gentes jóvenes que nunca debían de haber desaparecido.
Complejos como el ya citado Campus de Mieres, o centros comerciales como Val Nalón o Caudalia comenzaron su construcción.
Efectivamente, con fondos estatales y basados en un supuesto crecimiento que nos llevaría en nave espacial hasta el año 2020.

Pero "vaya por dios". El milagro, al igual que el gran coloso Titanic, se hundió.
Resulta ser que en éste contexto, "los dineros"( como diría mi abuela ) empiezan a escasear. Las subvenciones se congelan así como los sueldos de los subvencionados. !Tragedia!

Lo primero que se saca del baúl de los recuerdos es aquélla servilleta en la que se hicieron los cálculos sobre la rentabilidad de la importación del carbón, y resulta que deciden apostar por esta fórmula para reducir el gasto que conlleva el parásito de la minería en Asturias.

Como siempre, el colectivo minero asturiano tiene mucho que decir, y no permiten que estas medidas se tomen por las buenas. Hay paros, movilizaciones, barricadas como las que hoy nos han impedido circular por la "Y", y con ello consiguen que ese párasito llamado Minería, siga dando coletazos. Utilizando como armas los talonarios y las jubilaciones anticipadas se consigue callar la voz protestante.

Año 2008. Crisis, o como algunos decían, "Recesión controlada".
El horno no está para bollos. Los que un día defendieron las ideas izquierdistas a capa y espada ven como esa misma ideología se vuelve contra ellos. Más recortes, más despidos, aumento de la vida laboral del minero.
La importación económica de carbones ya es un hecho firme y real en Asturias. Lo bueno si barato, dos veces bueno; y como diría un Catalán que conocí hace algunos años, "La pela, es la pela".

Por primera vez, hay un señor que tiene agallas para decir públicamente: "Caballeros, El carbón Asturiano es caro"

Asturias pone el grito en el cielo, pero no hay vuelta atrás. El consumo de carbón asturiano decrece, lo que nos lleva hasta hoy.

Situación de Crisis reconocida. El gobierno pretende fulminar de una vez por todas a ese parásito que sigue "chupando de la teta del Estado" sin producir una rentabilidad suficiente como para permitirle dicho privilegio.

"Los recortes pueden llevar a la industria a su cierre", predican los sindicatos.

Pues claro que sí, y de hecho esa es la finalidad. Hay que acabar con un sector estancado en el siglo XX y que cada vez más, pierde la carrera contra las energías renovables. En mi opinión, esos fondos mineros que tanto han dado de sí, deberían de haber sido empleados en el desarrollo de las E.R. desde el año 90.

No podemos seguir permitiéndonos jubilaciones de 3000 y 5000€ de media, cuando además ( y quizá peco por generalizar ) esos prejubilados aprovechan su situación económicamente ventajosa para cometer fraude fiscal.

¿Quién no conoce a algun minero jubilado que posee 20 o 30 cabezas de ganado y que sin cotizar por esa actividad hace la competencia al ganadero que sí cumple con la ley?

¿Quién no ha oido hablar de algún minero retirado que hace servicios con un camión de obra, también sin ningún tipo de contribución con el sistema?

No quiero que se me tache de extremista, pero es que estas injusticias que vivo y veo día a día me desesperan.

Como iba diciendo, los mineros se manifiestan y están en su pleno derecho. Sin embargo, protestan contra un estado que les lleva dando de comer 40 años, ya que si no fuera por subvenciones y ayudas, la minería hubiera muerto en la década de los 70.

30.000 puestos de trabajo. 30.000 ilusiones prolongadas, diría yo. No se me malinterprete.
Cuándo digo esto, me refiero a que esos 30.000 trabajadores que han dedicado su vida por entero a ese duro oficio, han vivido una mentira promocionada por los gobiernos. Una bola de nieve que cada vez se ha hecho más grande. Un sistema que desde el mismo día en el que se le dió principio, carecía de autosustentación y autoregulación.

Una patraña mantenida por unos y por otros.

La situación actual no es culpa de los mineros, pero tampoco lo es por entero de los gobiernos.

Sinceramente, esta huelga (teniendo en cuenta los condicionantes y situaciones anteriores) me parece un burdo intento por prolongar una agonía que conduce a una muerte anunciada.

http://www.youtube.com/watch?v=hBnu_XtbCTI

martes, 15 de mayo de 2012

¿Puede existir una sociedad sin estado ?

El ser humano es un animal social. Partiendo de este axioma,  deducimos que ningún ser humano puede ser considerado como tal sin estar vinculado a una sociedad que le cobije,  le proteja y que le suministre todos los saberes que precisa para desarrollarse como persona. Desde que el hombre es hombre, siempre se ha agrupado  en más o menos numerosas e intrincadas organizaciones.
Aunque también es cierto que ha habido humanos que se han retirado de forma voluntaria a una soledad plena, lejos de las sociedades conocidas, observamos que este cambio en sus vidas casi siempre ha venido detrás de alguna experiencia traumática y siempre tras haber formado parte de una sociedad, con lo que ese individuo siempre guarda en sí algo de esa sociedad a la que perteneció.
Sabemos que las sociedades, son grupos de individuos marcados por una cultura en común, un cierto folclore y criterios compartidos que condicionan sus costumbres y estilo de vida. Además, se relacionan entre sí en el marco de una comunidad.
Algo de lo que también somos conocedores, es del significado de la palabra “estado”.
Un estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social, económica y política formada por un conjunto de instituciones que tiene el poder de regular la vida de un territorio determinado.
¿Están relacionados estos términos? ¿Puede una Sociedad funcionar con un modo de vida en el que los individuos se autogobiernan? ¿Para qué sirve un estado? ¿Nos beneficia el estado? ¿Puede existir una sociedad sin estado?
Muchas preguntas, aunque a mi juicio, de fácil resolución gracias a una serie de razonamientos que un humilde servidor hace y que comparte a continuación.
¡Manos a la obra!
Atando cabos, podríamos discurrir por nosotros mismos que, una sociedad que cumple con las características mencionadas anteriormente (grupo de individuos marcados por una cultura común, un folclore y costumbres propias…), guarda bastantes similitudes con lo que debería de ser un estado.
 Algo que también se me pasa por la cabeza al escribir estas líneas, es que ese grupo de individuos al que llamamos sociedad y que tanto tienen en común, no es “el país de la gominola” por lo que deduzco,  tendrán sus conflictos, altercados y choques de intereses.
Si dejamos a ese grupo de personas autogobernarse cual bandas o tribus, ¿podrían gozar de la seguridad, el sosiego, la calidad y el modo de vida que hoy día consideramos digno?
Mi respuesta no atiende a salvedades ni peros. Desde mi modo de ver, declaro un rotundo y tajante “NO” en letras mayúsculas.
En una banda o tribu, los individuos se toman la justicia por su mano, y aunque hemos visto casos en los que se diseñan sistemas alternativos a las venganzas de sangre como resolución de los conflictos, éstos son inútiles y en muchas ocasiones absurdos, por lo que cualquier altercado dentro de estos grupos desemboca en un derramamiento de sangre.
Los estados, tratan de garantizar la protección de sus ciudadanos contra las amenazas a la seguridad física, patrimonial… En general todo peligro que provenga de afuera o sea originado por los conciudadanos.
El estado también tiene como cometido principal el mantener el Estado de Derecho  y la aplicación de la legalidad, además de dotar al ciudadano de una libertad controlada en la que todos los individuos puedan satisfacer sus deseos y libertades sin ofender o vulnerar los de los demás.
El estado, a mi modo de ver, es como esa madre o abuela protectora que cuando éramos pequeños resolvía nuestros problemas con nuestros hermanos o un niño del parque al que bajábamos a jugar. Una madre, que no duda en darnos un bofetón si nos pasamos de la raya, pero que cuando nos caemos u otro niño quiere pegarnos, no duda en protegernos con todo su empeño.
Gracias a esa madre, podemos ser niños felices y desarrollarnos para llegar a ser unos hombres de bien. Cierto es que no la elegimos, pero tampoco hace falta.
Con el estado ocurre algo parecido.
Cuando tenemos problemas trata de resolverlos (seguridad, alimentación, propiedad privada, etc.), cuando nos pasamos de la raya nos castiga pero si algún “niño malo” viene a hacernos daño es el estado el que nos defiende. 
Gracias a esto, nosotros podemos gozar de una vida tranquila, segura y placentera, en la que el individuo puede desarrollarse  como persona y ciudadano. Vida en la que el individuo toma sus propias decisiones, siempre dentro de un clima acondicionado por esa gran institución llamada estado, que tanto nos da y tan poco nos pide (al menos, relativamente hablando), ya que sabemos que la relación con el estado es un “toma y daca” en el que el ciudadano ha cedido mediante una especie de contrato todo su poder a esa institución.  Cuando hablamos de institución, debemos pensar en una persona o grupo de personas a las que se les encarga la ardua tarea de administrar ese gran poder siempre en beneficio del pueblo.
Puede rondarnos la cabeza al leer lo anterior una duda existencial, que no es otra que la siguiente pregunta:
-Vale, ¿Y quién tiene potestad para gobernar  y quién no?
Bueno. Pues para quien se le plantee esa duda, yo tengo una respuesta.
Cualquier persona cualificada para la gestión de un estado es la indicada para gestionarlo. Puede parecer que no digo nada escribiendo lo anterior, pero, creo que es una verdad absoluta.
No hace falta ser un erudito, ni una mente privilegiada. Tampoco ser muy guapo, o muy alto. Yo tengo una teoría, que puede ser más o menos acertada, pero que creo que se asemeja a la realidad.
“Cualquiera que siga el ejemplo de un Big Men tribal, es un buen administrador de un estado.”
Me explico.
Cuando digo esto, me refiero a que cualquier individuo que predique con el ejemplo, que sea trabajador, fiel a sus creencias, sincero y decidido, firme cuando se precisa y benevolente cuando la situación lo requiera, que sepa agradar al pueblo y cumplir con su obligación administrativa, es un buen gerente para un estado.
Ni siquiera entro en el debate de si es justo que una sola persona decida o no. Sinceramente y tras la experiencia vivida, opino que siempre ha de haber una voz cantante que tome las riendas de la situación ya que cuando de poder se trata, las asambleas se convierten en mercados barriobajeros, los debates en gallineros, y no quiero ni pensar como sería un estado en el que todos los ciudadanos (y digo todos y cada uno de ellos) tuviesen la obligación de ejercer su poder individual.
Quizá un buen método para hacer ese poder popular efectivo sean los “referéndums”, método con el que sí que se cumple la voluntad de la mayoría de la población, aunque sin embargo deja descolgada a esa minoría que también ha de ser respetada y escuchada. Criterios utilitaristas supongo.
Volviendo al tema que me ocupa en este momento, y tras los argumentos dados, sólo puedo concluir con la siguiente conclusión (valga la redundancia de conclusiones).

No puede haber una sociedad que, atendiendo al concepto que hoy se conoce por sociedad, carezca de una institución poderosa que la administre. Esa institución poderosa, alcanza la madurez cuando forma un estado.